Firma la petición El autor de los Escritos corsarios atravesó la cultura italiana como un bucanero. No se situó nunca bajo bandera alguna y reunió sus intervenciones “escandalizadas” sobre la actualidad de modo fragmentario, analizando las secuencias de vida que se sucedían cada vez ante su mirada. En el momento de la victoria del referéndum sobre el divorcio del 12 de Mayo de 1974 supo ver la derrota del Vaticano, pero también la del Partido Comunista que le pareció sorprendido por una victoria por la que no había apostado. Perdieron entonces, según su punto de vista, las “dos Iglesias” italianas de ese momento, y venció el respeto por la persona, el sentimiento de la libertad, la no violencia moral, es decir, la “total, absoluta, inderogable falta de todo moralismo”. El autor de las Cartas luteranas recogió sus últimos escritos publicados, poco antes de su muerte, poniéndolos bajo la enseña del Gran herético de Eisleben, el hombre que abrió en Occidente la vía al colapso del principio de autoridad y que se encontró sosteniendo el valor de la propia palabra en contra de las dos máximas autoridades de su tiempo: el Papa y el Emperador. El Herético es el hombre de la Elección y, en las primeras páginas, dirigiéndose al destinatario ideal de su libro, Pasolini escribe: “Así como yo te he escogido tú me has escogido […] Si no eres un milagro eres una excepción […] ¿Qué otra cosa mejor podía encontrar para convertir mi texto en excepcional?” El autor de Chavales del arroyo y de Una vida violenta, el director de Accattone, supo describir estratos de humanidad en los márgenes de cada clase, hombres, mujeres y niños conocidos directamente en su experiencia de vida. La sociedad italiana, apresada en el crisol de aquello que Pasolini llamó “mutación antropológica”, estaba olvidándose de ellos, o se esforzaba para no mirarlos, porque no eran encuadrables en las categorías sociológicas reconocibles por el Poder. Pedimos con firmeza que Pier Paolo Pasolini, uno de los intelectuales más libres de nuestra historia reciente, sea respetado como el que fue. En la época en la que, en Italia, los políticos considerados de calidad eran definidos como “caballos de raza” Pasolini fue un “maverick”, como eran llamados en el Oeste aquellos caballos salvajes que no llevaban la marca de ningún propietario. Queremos que Pasolini no sea profanado ni reducido a un “intelectual orgánico”. Queremos que ninguna Iglesia política se apropie de él poniéndole la marca de un partido, como se está intentado hacer ahora cuando se bautiza con su nombre la escuela de formación política del Partido Demócrata.-- Trad. Miquel Bassols Firma la petición La section commentaire est fermée.
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